Primera parte:
CUIDA tu cuerpo, él es templo de tu alma y merece los cuidados necesarios, tales como la limpieza, alimentación consciente, ejercicio prudente, mirada generosa y agradecida, descanso, relajo, y mimos.
VALORA todo lo experimentado y aprendido en tus años de vida. Recuerda que detrás de toda vivencia hay un bien inherente lo reconozcas o no; te guste o no.
CONECTA con tu esencia. Busca esos espacios que nutren tu espíritu, que expanden tu corazón, y que te fortalecen desde lo más profundo de tu ser. Permítete expresar la alegría de vivir desde tu esencia. Permite que el asombro te lleve a pasear.
AGRADECE cada una de tus bendiciones / dones / regalos en sus distintas formas: materiales, espirituales, vinculares, etc. Incluye el dinero; incluye la vida, y con ella la muerte. Incluye aquello que careces, ya que la virtud de la gratitud es indiferenciada.
RECONOCE tus límites, tus patrones conflictivos, tus pensamientos restrictivos, y tus emociones aflictivas. Míralas con compasión, y acéptalas para que puedas generar cambios positivos.
FELICÍTATE tanto como te sea posible, ya que la vibración de la motivación que genera la felicitación es alta y productiva.
SÉ amable, tiern@ y gentil todas las veces que puedas. Mantén un trato cariñoso, respetuoso, y apreciativo contigo mism@.
PERDÓNATE. El tiempo pasado no tiene vida, ya no existe. Ya nada se puede hacer con él, excepto darle el mejor giro para tomar conscientemente el aquí y ahora, permitiéndote una buena vida.
DEJA que tus emociones afloren sanamente. Ninguna es buena o mala. Cada una de ellas lleva en sí una energía, un movimiento que te puede ayudar a lograr cambios positivos, y hasta sanar.
LIMPIA y ordena tus entornos, tus pertenencias, objetos, y demás. Recuerda que mereces lo mejor; recuerda que puedes darte y recibir lo mejor para ti. Lo limpio y ordenado en tu exterior es proyección de lo limpio y ordenado de tu ser interior.
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